El proceso de micropigmentación para vitíligo comienza con una evaluación personalizada del color de piel del paciente. El especialista selecciona un pigmento que coincida lo más posible con el tono natural del paciente. Utilizando un equipo especializado, similar al de un tatuaje pero más preciso, se implanta el pigmento en la capa superficial de la piel en las zonas afectadas por el vitíligo. La técnica se realiza con gran cuidado para lograr una transición suave entre la piel pigmentada y la despigmentada, creando un resultado natural y armonioso.
La micropigmentación es un tratamiento semipermanente, lo que significa que los resultados pueden durar entre 1 y 3 años. Sin embargo, la duración puede variar dependiendo de factores como el tipo de piel, la exposición al sol y el cuidado posterior. Con el tiempo, el pigmento puede desvanecerse gradualmente, pero se pueden realizar retoques para mantener el color uniforme y fresco.
El proceso de micropigmentación es generalmente bien tolerado, pero para asegurar la comodidad del paciente, se aplica una crema anestésica tópica antes de comenzar. La sensación durante el procedimiento puede describirse como un leve cosquilleo o raspado. El uso de anestesia tópica minimiza cualquier molestia, permitiendo que el tratamiento sea lo más cómodo posible.
La micropigmentación para vitíligo es una solución estética innovadora que ayuda a disimular las áreas despigmentadas de la piel causadas por esta condición. Mediante la aplicación de pigmentos cuidadosamente seleccionados, se logra igualar el tono de la piel, reduciendo la apariencia de las manchas blancas y devolviendo una apariencia más uniforme.